Guiado por la voluntad divina, un mentor espiritual apareció en mi vida, ayudándome a comprender mis dones y cómo utilizarlos para el propósito de Dios.
Una visión divina me guió a comprender el propósito sagrado de mis dones. Comencé a recibir sabiduría y claridad sobre cómo canalizar mis habilidades en armonía con la voluntad de Dios.
Con cada oración y bendición, mi conexión con lo Divino se fortaleció y comprendí que mi propósito era ayudar a otros a encontrar paz, sanación y claridad. A medida que se corrió la voz, me conmovió la gratitud de quienes guié y experimenté una profunda satisfacción al servir al plan de Dios.
A medida que maduré bajo la guía de mi mentor, mis poderes se intensificaron, desafiantes pero gratificantes. Su apoyo fue invaluable y me impulsó a perfeccionar mis dones. La gente buscaba mi consejo, y su gratitud al correr la voz sobre mis habilidades me trajo una profunda satisfacción.